Un sueño hecho vida 19/20



           Caminaba, caminaba en busca de un lápiz de carboncillo. Si bien el día estaba nublado y hasta en ocasiones con una débil llovizna, el tiempo, no era ni mucho menos frío del todo.
           Iba vestido con mi jersey de cuello negro, ese que tanto me gusta, y mis pantalones vaqueros, aquellos oscuros, ¿os acordáis? Sí, seguro que sí.



           Ese y no otro, fue el comienzo de mi 19º cumpleaños, un día igual de normal que otro cualquiera, sólo que, ese y no otro día, es el único en el año en el que todo el mundo con el que tuviste contacto en tu vida, todos aquellas vidas que tú valoras, se acuerdan de ti. No se muy bien como me estimaréis a mí, pero sin duda, todos y cada una de las vidas que en esta extensa tela de araña llamada red conecta con la mía, yo, la valoro y admiro de verás, os quisiera comentar que, a mí manera, os quiero y que no por tener más o menos contacto con muchos de ustedes os quiero menos.

          Mi vida no ha cambiado mucho en estos 365 días, o quizás sí. Aunque creamos que no cambiamos, sí lo hacemos, nosotros no nos damos cuenta, o sí, pero en definitiva son los que te tratan los que deben valorarte en su justa medida y son ellos y no otros los que se percatan de este hecho.

          Ha sido el mejor año sin duda en este último lustro, hecho en falta a algunas personas con los que mi corazón hubiera querido tener más trato para ser aún más dichoso y feliz, pero, en esta vida no puedes tenerlo ni pretenderlo todo, debes elegir, aún así espero y deseo que ellos no se hayan olvidado de mí como yo no he hecho. Quién sabe si algún día nuestras vidas se puedan volver a cruzar por este camino que aún no podría describir con soltura ni madurez suficiente.

          Granada, ha sido y es una fuente de aire fresco, para un corazón herido y que en ocasiones dudaba y empezaba a flaquear fuerzas. Vivir sólo ha hecho que mi yo filosófico despierte, que mire las cosas de una forma diferente que me pregunte por el futuro de mi vida, por el futuro de esta especie a la que pertenezco y de este mundo, cual mota de polvo se sustenta en medio del vacío oscuro de la nada, a la luz de esa estrella a la que llamamos Sol.

           El 3 de Marzo de 2011, partió una bella persona, ¿se fue? El vive, se que lo hace en el corazón de aquellos a las que conoció y que le queremos, valoramos, y admiramos, y se, que en cada uno de esos corazones sigue vivo aquella bondadosa sonrisa que tanta felicidad nos proporcionaba. Vive, en los ojos, en cada célula que habita, que compone a su hija, su ser más preciado y querido. No temáis, el sigue a nuestro lado cuidándonos.
           Para mí, su pérdida fue como la pérdida de un hermano mayor que jamás tendré. No se ni tan siquiera si llegaré a ser una ínfima parte de buena persona de lo que él fue, pero intentaré recoger la mano que nos extendiste y continuar con tu legado con la misma sonrisa que iluminaba todas nuestras vidas, te quiero y seguramente te quieren y querrán por siempre, Selu.

           Tras haber superado sin muchos problemas el primer cuatrimestre, el camino se antojaba despejado hacia Junio, vivir la Semana Santa era uno de mis objetivos que con mayor devoción y admiración mi corazón aún joven y niño, anhelaba ver y disfrutar una vez más. Pero, la pérdida de Selu, lo cambiaría todo. El no comprender tantas cosas, el no saber el porqué se está donde se llega y ni tan siquiera ser que llegará, pudiera venir o devenir y el porqué yo me encontraba donde estaba sin un objetivo aparente más que la aventura de la propia Muerte.
             Los cielos se truncaron oscuros y llorosos, Dios, o quizás el no, si no el propio planeta, este al que llamamos Tierra, sabía que alguien grande había desaparecido y en esa bella ciudad llamada Jerez de la Frontera, su Semana Mayor, se tiño de ese color cristalino de las lágrimas que por San Benito se derramaran, ¿por qué? ¿Por quién? ¿Por Dios? ¿Por la Clemencia? No, por Selu y por este mundo que a mis ojos había perdido uno de los pocos hombres que podían sanarlo en cierta medida. Sólo hubo un consuelo en esa Semana fue ver, como una vez más, las puertas de San Telmo, la casa de nuestro Cristo, la ermita la cual viera nacer a mi abuelo un 18 de Diciembre de 1923, saliera a las calle un Viernes Santo donde todos habíamos perdido la esperanza y la fe, para contarnos que siempre y aunque Selu ya no estuviera, él cuidaría de todos nosotros.

              El tiempo pasó no sin olvidarme de él, nunca lo hice.

              Llegó Mayo y con él la Feria del Caballo, gracias al que es ahora mi compañero de piso, pude volver a disfrutar, no del todo, pues la herida aún está por sanar, pero sí en gran medida, siendo sin lugar a dudas la mejor de todas las que he vivido desde hacía 7 años.

              Tras esto, examen tras examen mis dudas aumentaban en torno al devenir del verano, mis sueños parecían que podían truncarse por mi vagues, de alguna manera, se me recompensó por lo ocurrido en anteriores ocasiones. Todo salió a pedir de boca. Las aprobé todas, cosa que hacía 7 años no sucedía. Era feliz, sí, sin embargo no había logrado reconstruir mi vida, cómo en un principio había podido anticipar. En el horizonte, quedaba un paisaje apasionante y a su vez de dudas pues, como siempre, las expectativas no se cumplen como uno lo suele desear.
              Poco a poco todo fue encajando, primero mi paso a la universidad pública el cuál necesitaba como agua de “Mayo”, ya no sólo por el dinero que les costaba a mis padres y demás, si no que también por mí. Tendría que empezar de nuevo sí, pero era lo mejor y más acertado. Para ello también cambiaría de vida y pasaría a vivir con mi buen amigo Ezequiel y su también inseparable Jesús Urriza. No pintaba nada mal el curso siguiente, pero eso, ya se vería.
              El verano fue transcurriendo de forma monótona y aburrida. Hacía deporte por las mañanas y por las tardes me dedicaba al estudio en la autoescuela para mi futuro aprendizaje de conducción. No obstante, cómo siempre una cosa era lo que yo quería que pasara en ese verano y otra muy distinta lo que verdaderamente sabía que pasaría. Tras el pesado inicio de la estación vacacional, el final de Agosto y sobre todo Setiembre, en donde viaje hacia Scotland, fueron sin duda los cimientos de reconstrucción de esa casa semiderruida. Acompañado siempre por mis grandes amigos Dani y Ezequiel, lo que pudiera parecer aburrido, se convertía en unas risas entre amigos en algún lugar entre unas buenas cervezas fresquitas.
              Terminarían las vacaciones con 2 intentos fallidos de examen de coche, pero bueno… Tengo que hacer un inciso en este relato, quizás aburrido, eso lo calificarás tú, para nombrar a los padres de mi buen amigo Luis, sólo decir que el trato de estas bellísimas personas durante el aprendizaje en mi conducción fue simplemente más que excelentes, aquellos que no tengáis aún el carnet, os recomiendo su autoescuela, llamada Muñoz, son geniales.

              Así que volví a Granada, en un abrir y cerrar de ojos, tras la lectura de numerosos libros, y escritura de numerosos temas, el verano, se fue, y se habría una nueva puerta, una puerta que por más que camino dentro de ella no se por donde me llevará. El primer mes fue movidito pero tranquilo, el papeleo de mi traslado a la pública unido del inacabado examen de conducir hacía que no pudiera por más concentrarme en mi vida personal diaria. No duraría siempre en la primera semana de Noviembre y tras recapacitarlo y atendiendo a mis “sueños” literalmente volví a Jerez para terminar el trabajo que dejé a medio hacer, y, así fue un 4 de Noviembre, aprobé el examen práctico, con más nervios que en los antedecesores y con las peores de las meteorologías que os pudierais imaginar, pese a todo, lo soñado como sueño, está escrito y así fue. Ese día viaje a Valladolid para ver a mi Xerez CD, como acompañe durante todo el año, en Cartagena, Elche, Córdoba y Murcia, con sus diferentes resultados, con sus respectivas alegrías y decepciones… Al día siguiente, partí hacia Granada, habiendo dejado de lado los problemas del coche y ese mismo lunes día 7 el papeleo del traslado. Ahora quedaba centrarme en clase y continuar sin pájaros en la cabeza mi vida.

               Noviembre sin duda fue el mejor mes del año, salvo por una semana donde todo salió de culo, pero bueno, no siempre vienen bien dadas, ¿no? Mis compañeros de piso y yo salíamos, nos divertíamos. De pub en pub, de disco en disco, volvía a tener una vida maravillosa y totalmente feliz. 

               Recorría los pasillos llenos de gente sin saber donde ir, sin saber donde pisar, buscaba la letra G, pues quería librar el viernes, a pesar de todos mis esfuerzos no logré dar con ella, entrando a jugar en este juego el azar o como queráis llamarlo. Al preguntar a una chica, me dijo que la clase en donde ella estaba matriculada no sólo libraba el viernes si no que además también hacía lo propio el jueves. Sin dudarlo ni un solo instante, entre. Se trataba del grupo I cuya aula si, su aula era la número 17, cosas del destino pensarán muchos de ustedes, no, discrepo yo, cosas de mi vida y mis sueños.
               En esta clase no sólo he encontrado a uno de los mejores profesores que he tenido y sin duda tendré en mi vida, si no que he encontrado una clase humana, con un alma abierta a todos. Falta mucho por vivir con ellos pero desde aquí, dedicarles unas palabras, a esos Juanmy, Natalia, Santi, Sandra y un largo etc… Podría decirse que sois mis compañeros, pero, pronto os he aceptado como amigos y que aquí tendréis donde apoyaros en los momentos menos propicios, sois unos auténticos, craks. Todo lo que diga es poco pues, no me sentí tan querido en una clase, ni tuve tanta admiración para un grupo desde hace por enésima vez 7 años.

               Así llegó Diciembre, donde por unos días descansaría en Jerez y podría estar de nuevo con mi familia, a la que tanto quiero. Antes de la vacaciones debería de volver hacer un inciso y regresar a Granada donde pasaría mis últimos días del año acompañado siempre por buenos compañeros y amigos. Este año terminará regresando a casa, en Granada, bajo un manto de estrellas y un frío tan típico en Granada como lo son los caballos para Jerez. 

               Todo comienzo tiene su fin, y este puede que sea un comienzo, o quizás un fin, ¿quién sabe? Lo cierto es que hoy será un día más como otro cualquiera, salvo por un detalle que todos sabéis, y estaré entre vosotros, pero eso si, con un año menos por vivir.

Comentarios

Entradas populares