El Evento Carmesí “Tunguska”
30 de Junio de 1908, 7 Am Siberia.
Artur Kuznetsov corría
como alma que llevaba el diablo, una jauría de lobos siberianos le pisaba los
talones, hacía tiempo que había perdido de vista a sus compañeros. Su
respiración era agitada, esquivaba con gran agilidad las ramas caídas. De vez
en cuando alguna que otra le producía algún rasguño en sus prominentes
vestiduras, incluso hubo una que a punto estuvo de causarle una grave lesión en
su ojo izquierdo, sin embargo, sólo consiguió abrirle un gran corte en su mejilla,
la piel se desgarró, la sangre brotó salpicando su alrededor. Artur titubeó
breves segundos por el dolor punzante que sentía, sin embargo apretó el paso.
El cansancio empezaba a
pasarle factura, sus piernas empezaron a aflojar, sentía que se dormían, y no
era para menos llevaba 1 hora entera corriendo. Empezó a pensar en la
descabellada idea que habían tenido días anteriores, ante los ataques sufridos
por los lobos, el haber siquiera propuesto ir a su caza, ahora, sin embargo,
ellos eran la caza y los lobos sus cazadores. Pensado en ello se encontraba
cuando su pie izquierdo golpeó contra una gran raíz que sobresalía del suelo,
haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de bruces contra el pavimento
rompiéndose su prominente nariz contra una gran roca.
Aunque parezca
imposible recuperó el equilibrio en menos que se tarda en pestañear, impulsado
por el miedo que había supuesto un rebrote de adrenalina en la sangre había
hecho que se sobrepusiera al dolor, que este quedara en segundo plano y
siguiera su camino. No obstante, se detuvo al observar la quietud del ambiente.
“¿Habría perdido de vista a sus perseguidores?” Se preguntaba sin cesar. Miró
al cielo, su boca totalmente manchada de sangre por el corte y la abundante
emanación que salía del tabique nasal, dejó entrever una risa, cuyo aspecto
parecería a cualquier espectador tan dantesca como siniestra.
Todo se hallaba en
calma. No existía el ruido. Nada.
Agachó la cabeza, se
recostó a la falda de un árbol con la intención de descansar, recuperar fuerzas
e intentar parar las hemorragias. En eso estaba cuando, de pronto, empezó a
escuchar un agudo silbido, cada vez era más y más fuerte, su tímpanos no podían
más, su cabeza iba a explotar. Se levantó en busca del objeto, de la causa por
la cual se emitía el sonido. No encontró nada. Un gélido y feroz viento,
entonces, chocó contra su cara que ardió de frío. Kuznetsov estaba atemorizado
ante tal brutal e inesperado atentado contra su integridad. La fuerza del
viento era tal que lo levantó algún que otro palmo del suelo. Estaba claro que
algo tan inesperado como inexplicable estaba aconteciendo. Sin previo aviso
cayó al suelo, se escuchó un crujido, el que hizo su rodilla al chocar contra
el suelo. El menisco había cedido ante el golpe, haciendo que la tibia
desgarrara el tejido carnoso cuando se fracturó por la presión ejercida. El
hueso podía ser visto a simple vista. Artur aulló de dolor. Levantó la mirada
llorosa, vio un destello de luz tan potente que lo cegó, escuchó y dejó de
escuchar pues el ruido que se había producido literalmente reventó sus
tímpanos. Para cuando Kuznetsov recuperó algo la vista lo que vería
significaría su fin. Una onda expansiva arrasaba todo a su paso, seres vivos y
rocas se desintegraban por doquier. Al pobre desgraciado no le quedó tiempo
siquiera para sentir o pensar, su carne se desgarraba de los músculos, la onda
lo levantó y arrasó con él, sólo quedó polvo.
30 de Junio de 1908, 7:15 Am Vanavara,
750km del lago Baikal, Siberia.
Debe recordarse que a
pesar de las horas tan intempestivas, el día se hallaba muy avanzado. En esas
latitudes tan septentrionales el sol, en
pleno verano, se levanta pronto. Dos vecinos de dicha localidad, se encontraban
esa mañana realizando sus quehaceres cotidianos, uno en el porche de la aislada
factoría de la ciudad, otro quitando clavos del marco de una de sus ventanas,
con unas tenazas. Sus nombres: S. B. Semenov y P. P. Kosalopov,
respectivamente.
En el horizonte algo
luminoso estremeció a Semenov, el cual sin previo aviso se puso en pie. Lo que observó
lo dejó atónito, a lo lejos una brillante bola de fuego de un color azulado se
expandía con rapidez por el cielo. De pronto, sintió como si su cuerpo ardiera.
Aterrado, vio que sus prendas no ardían. Se fijó en su vecino el cual había caído
al suelo, a causa del inaguantable zumbido que se dejaba escuchar, sus oídos
habían empezado a sangrar. Al instante, el cegador resplandor, se condensó y
explotó a 65km de Vanavara. La onda no tardó en llegar al poblado con los
vecinos aún inconscientes de lo acaecido. Cuando quiso darse cuenta, Semerov,
fue lanzado con una fuerza inusitada contra una de las paredes de la factoría,
indudablemente perdió el conocimiento. Kosalopov asustado intentó entrar en su
casa en busca de refugio, pero una fuerte sacudida paró sus pies. Las ventanas
se astillaron, y algunos de esos cristales cortaron la piel de Kosalopov,
pudiendo haberlo rebanado por completo si no hubiera sido por lo milagroso de
su instinto, se hizo un ovillo y esperó a que todo pasara. Entre tanto podía
escuchar el estruendo de una especie de truenos, como si el cielo se fuera a
partir. Tras ello una fina lluvia negra empezó a caer sobre el paraje, esta
desprendía un horrible hedor. Sus consciencias quedaron en el vacío perdido por
algún tiempo.
Kilómetro 4.344 del ferrocarril
Transiberiano, Kansk.
En una ciudad situada
en torno a 800km de Vanavana, la tierra temblaba ferozmente. Kansk se encuentra
bordeando el gran lago Baikal, (se trata del lago más profundo y antiguo del
mundo así como el segundo más grande en extensión). Numerosos eran los barcos
que se encontraban en el puerto, la actividad aquella mañana era frenética,
pero pocos podrían presagiar lo que se les venía encima. La onda de choque
alcanzó las primeras tierras de la población, alcanzando al nutrido grupo de
ganado que los granjeros tenían apostados en las verdes praderas, cuando esto
sucedió, fue barrido por completo el terreno, numeroso follaje fue arrancado de
cuajo arrastrado por ímpetu de la tempestad que abatió sobre todo lo que llegó
a alcanzar, de este modo todo ganado, humano u otra forma de materia fue
derribado. Aquellos barqueros que trabajaban en el puerto fueron disparados a
las frías aguas del lago. La onda siguió con tal ímpetu que a punto estuvo de
descarrilar el Transiveriano, de no haber sido por la pereza de su maquinista
una catástrofe basada en vidas humanas hubiera ocurrido.
Sólo 100 son los
kilómetros que separa Kansk de la vecina localidad de Irkutsk donde un centenar
de personas horas antes habían podido observar la presencia en los cielos de un
objeto, el cual, cruzaba el cielo siguiendo la línea del paralelo 60, dejando
tras de sí una estela incandescente, desplazándose de sur a norte. En cambio de
haber sido ese el objeto que explotó, tras los diversos estudios, se concluyó
que la onda se desplazó de este-oeste, lo cual no deja sino un mar de dudas,
pues de ser así el objeto habría cambiado de rumbo en pleno vuelo.
Un misterio sin resolver
El enigma que envuelve
al llamado “evento Tunguska” está fuera de toda duda.
No son pocos los que
han propuestos numerosas teorías a cual más descabellada y conspiranóica.
Debemos atender en este inciso a una de las cuestiones que más preguntas han
suscitado a la comunidad científica. ¿Por qué el gobierno Ruso no hizo constar
el suceso hasta un par de décadas después de que ocurriera? He ahí la gran y
más enigmática de las cuestiones en lo que a este tema se refiere. Un suceso de tal magnitud era imposible de ocultar, recordamos que los efectos de la onda de
choque se sintió en un radio que iba más allá de los 1000km. Para rematar la
faena, otros efectos secundarios fueron percibidos desde los más recónditos
lugares del globo. En Europa y Asia se registraron ondas sísmicas parecidas a
las de un terremoto. Se produjeron diversos trastornos del campo magnético de
la Tierra. Años más tarde, meteorólogos
europeos hallaron en los registros de sus microbarógrafos, (barómetro
registrador muy sensible que inscribe sobre un diagrama con escala agrandada
las variaciones de presión) que las ondas atmosféricas producida por la
detonación habían dado dos vueltas alrededor de la Tierra.
Tras el suceso en gran
parte, una vez más, de Europa y Asia, las noches quedaron totalmente iluminadas
tras lo que ellos percibieron como sismos. Se trataban de noches rojizas, de un
color carmesí más sugerente cuanto más al norte se hallase la población. Un
suceso cuyas características recordaban a lo acontecido décadas atrás con la
erupción del Krakatoa (para saber más leer: Cuando la Tierra habla: El Rugido de Gaia).
Sin embargo, pese a
todo, el “evento” quedó encubierto hasta 13 años más tarde.
El Dr. A. Voznesenky (del
Observatorio de Irkustk) sería el primero en mostrar especial interés por lo ocurrido,
siendo el que dio una aproximación del lugar de la explosión en 1920.
No sería hasta 1927,
cuando, Leonidas A. Kulik (minerólogo soviético), el cual sentía especial
interés por los meteoritos debido en especial a la rica fuente de hierro que
podían representar éstos para la industria, el que se encargaría de montar la
primera expedición al lugar de los hechos para recoger la causa de la
explosión, según como él decía debió ser a causa del impacto de un meteorito
contra la tierra. Desde la estación ferroviaria de Taishet, Kulik y su equipo
atravesaron 600 kilómetros de taiga helada sobre trineos tirados por caballos,
hasta llegar a Vanavara. Una vez allí, escucharon las extraordinarias historias
de los habitantes, con lo que Kulik acabó de convencerse de que seguía la pista
de un meteorito gigantesco. El espectáculo que vio tras llegar a la cima de
Shakhorma fue suficiente: árboles arrancados apuntando a un hipotético
epicentro en millas a la redonda y numerosos cráteres llenos de agua en el
terreno. La búsqueda, en cambio, del inmenso cráter que debía haber dejado
huella en el paraje fue en vano. En su lugar, encontró un pantano helado y una
curiosa formación de árboles, que, a pesar de hallarse en el centro de la
explosión, habían escapado a los efectos de aquel desastre monstruoso que había
arrasado todo cuanto les rodeaba. Cualquiera que fuese el objeto causante de la
explosión, no había llegado a tocar el suelo. Aunque en años sucesivos regresó
al lugar con expediciones más numerosas, Kulik nunca pudo encontrar ningún
fragmento de hierro meteórico.
Kuilik diría sobre su viaje: “desde nuestro punto de vista no se ven señales de bosque, ya que todo ha sido devastado e incendiado, y alrededor del borde de esta zona muerta la joven vegetación forestal de los últimos veinte años ha avanzado impetuosamente, en busca de luz solar y de vida. Se experimenta una extraña sensación al contemplar estos árboles gigantescos de 50 a 75 centímetros de diámetro, quebrados como si fuesen ramitas, y sus copas proyectadas a muchos metros de distancia en dirección sur”.
No fue hasta los
primeros años de 1930 cuando empezaron a barajarse otras hipótesis distintas al
del impacto de un gran meteoro. El meteorólogo Francis J. W. Whipple, (subdirector
del Servicio Meteorológico británico) sugirió que el fenómeno había sido causado
por el choque de la Tierra con un pequeño cometa, hipótesis que apoyó el
astrónomo soviético A. S. Astapovich.
Años más tarde entre
1938 y 1939 se tomaron las primeras fotos in situ de la devastación acaecida en
dicho lugar.
Tras ver las
escalofriantes descripción que retrataban las fotos de lo que una vez fue un
frondoso bosque, el ingeniero ruso Alexander Kazantsev especuló que la causa real
del impacto de Tunguska había sido sin lugar a dudas, por el accidente de un
OVNI en las inmediaciones. El mismo Kazantsev tratando de avalar su explicación
del fenómeno habló de un hombre que murió entre terribles dolores como si lo consumiera
un fuego invisible, “sólo puede tratarse de
radioactividad”, afirmaba el
ingeniero ruso.
La caja de pandora
había sido abierta. ¿Qué fue lo que provocó tal explosión? ¿Qué objeto fue
capaz de hacer detonación con una fuerza
que equivaldría (según estudios) entre 10 y 30 megatones?, es decir, cientos de
veces más potente, que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima la cual poseía
un poder de explosión de 0,015 megatones.
Se tratan de preguntas
que quedarán sin respuestas, aunque ahora realizaremos un viaje sobre las
múltiples y más posibles de las posibilidades a las ya realizadas y vistas
(meteorito, cometa, OVNI), con sus pros y contras:
·
Meteorito:
Aunque como hemos visto esta posibilidad es bastante descartable, recientes
estudios, abogan en su defensa. El culpable, un lago cercano al lugar donde
debería hallarse el famoso cráter, el lago Cheko. El estudio lo llevó a cabo un
grupo de expertos de la Universidad de Cornell, estos aportaban en 2009
evidencias sólidas de que el evento pudo haber sido provocado por un cometa. Su
núcleo de hielo se habría desecho rápidamente tras su entrada en la atmósfera,
motivo por el que no dejó “huellas”. Sin embargo, esta teoría tiene una pega, y
es que los científicos han encontrado en la zona diferencias en los niveles de
carbono, nitrógeno e isótopos de hidrógeno e iridio que son similares en
algunos aspectos a los que se encuentran en algunos asteroides. Además, partículas
diminutas parecidas a algunos componentes de los meteoritos también han
aparecido en la madera de los árboles caídos. Estos datos hicieron que las sospechas
recayeran sobre el nombrado lago. Hemos de comentar, que este es muy poco
profundo, y tiene forma de embudo de unos 5km, el cual hacía levantar sospechas
sobre sí posiblemente fuera el lugar de impacto. En su estudio sísmico y
magnético, se observó que los sedimentos se habían estado formando durante cien
años, lo que coincide con el “evento Tunguska”. Es más, incluso se encontraron
evidencias de la existencia de un objeto cerca de la mitad del fondo del lago,
lo que podría ser algún resto pétreo del meteorito. El misterio sin embargo no
será resuelto hasta que en un futuro alguien baje a explorar sus profundidades.
·
Bomba de hidrógeno natural:
En 1989, los astrónomos D'Alessio y Harms sugirieron que parte del deuterio de
un cometa que penetró en la Tierra podría haberse fusionado nuclearmente,
dejando una «firma» distinguible en forma de Carbono-14 en la atmósfera.
Concluyeron que la cantidad de energía nuclear liberada habría sido casi
despreciable.
Independientemente, en 1990, César
Sirvent propuso que un cometa de deuterio, es decir, un cometa con una
concentración de deuterio anormalmente alta en su composición, podría haber
explotado como una bomba de hidrógeno natural, generando la mayor parte de la
energía liberada en la explosión. La secuencia habría sido, primero una
explosión mecánica o cinética, e instantes después una explosión termonuclear
generada por la primera explosión. Sin embargo nada prueba estas teorías,
aunque dentro de las propuestas no es muy descabellada.
·
Súper-rayo:
Nevki y Balklavs desarrollaron una curiosa hipótesis por la cual un rayo cayó sobre Tunguska y causó dicha explosión.
Pero no dan mayores explicaciones que la típica formación de un rayo de origen
natural.
·
Terremoto:
El profesor Rasteguin tras diversos estudios vía satélite y por infrarrojos
afirmaron que la causa de la ya famosa explosión no había sido otra que un
terremoto debida a la ruptura de los depósitos de petróleo del subsuelo de esta
región siberiana, sin embargo ese terremoto no habría sido captado por otro
muchos lugares de la propia Rusia o Europa oriental, ahí es donde se tambalea
su teórica posibilidad.
·
Microagujero negro:
De
acuerdo con la teoría astronómica, los microagujeros negros, con la masa de un
asteroide comprimida hasta alcanzar el tamaño de una partícula atómica,
pudieron haberse formado en el torbellino que siguió a la gigantesca explosión
que, de acuerdo con la hipótesis del Big Bang, se produjo como origen del
Universo. Según A. A. Jackson y Michael Ryan, (1973, físicos de la Universidad
de Texas) el paso de un microagujero negro a través de la Tierra habría
producido todos los efectos observados en el fenómeno de Tunguska... Con el
inconveniente para la hipótesis de que el agujero negro habría atravesado toda
la Tierra y salido por el Atlántico Norte, con unos efectos espectaculares muy
semejantes al partir. Desgraciadamente para esta teoría, no hubo tales efectos.
·
Tormenta magnética:
Aunque el fenómeno ha sido observado muchas veces, las tormentas magnéticas
solo se producen en el seno de explosiones nucleares mucho mayores que ellas
mismas. No hay rastros de ellas en Tunguska.
·
Antimateria:
La única posibilidad de que se diera una formación similar sería que la
antimateria hubiera caído en vertical, hacia el centro de la Tierra y se
desintegrara por completo antes de llegar al suelo. No se conoce ningún proceso
por el cual se pueda formar antimateria en medio del espacio. El espacio del
sistema estelar no está por completo vacío (tiene una mínima densidad de
hidrógeno), así que tendría que haber una gran cantidad de antimateria para
aguantar su viaje hasta la Tierra. Es imposible que existan objetos así, ya que
su choque con el hidrógeno espacial, aún en su pequeña proporción, emitiría
cantidades de energía significativamente perceptibles.
·
Bola de nieve:
El meteorólogo Dr. Golenetski formuló la hipótesis de que tal vez la explosión
la provocó una gran bola de nieve de 300 metros de diámetro y 100000 toneladas de peso. Algo, a todas luces poco
probable.
·
Súper-tornado:
el profesor Sitin, sin argumento que apoyaran sus ideas, propuso que todo lo
sucedido fue por culpa de un súper-tornado.
·
Coágulo de polvo cósmico:
ideada por los doctores Ghennadi Plekhanos y Nikolav Vassiliev postula que la
saturación por polvo cósmico en nuestra atmósfera habría provocado una
deflagración a 8 kilómetros de altura sobre Tunguska que habría provocado el
desastre.
·
Nikola Tesla:
Esta hipótesis defiende que una experiencia de transferencia de energía a
través de la atmósfera habría provocado la explosión en Tunguska. Como “prueba” que avalaría esto tendrían los
defensores de esta hipótesis los recientes programas HAARP y ROTHR que serían
programas de investigación con frecuencias y energías que serían todos un
derivado de las teorías del científico y genio yugoslavo Nikola Tesla (1857
–1943). El proyecto HAARP , desarrollado en Alaska ,sería de gran interés ya
que controlaría los procesos ionosféricos usando grandes complejos de antenas
como los ideados por Tesla y que podrían provocar grandes descargas
electromagnéticas. ROTHR tendría un proceso y una finalidad similar pero con
bases más antiguas, el HAARP sería el sustituto natural del ROTHR y según la
Agencia de Seguridad nacional estadounidense serían simples elementos de
control de comunicaciones…
Fue Lee De Forest quien especuló que
Tesla había experimentado con los denominados “torpedos dirigibles” y añadió
que sus experiencias podían crear descargas eléctricas remotamente. Se habló de
rayos que podían derribar naves en el aire provocando una descarga eléctrica e
incluso el científico Harry Grindell –Matthews
investigó y trató de desarrollar los denominados “rayos diábolicos” como
arma de guerra. En Mayo de 1925 el Dr.Wall
solicitó una patente para transmitir energía eléctrica en cualquier
dirección sin el uso de hilos conductores. En ese mismo año el “Chicago Tribune”
anunció en las páginas de su periódico que el gobierno alemán tenía como arma
de guerra los denominados “rayos de la muerte”. Los soviéticos en el año 1928
revelan que el ingeniero ruso Grammachikoff ha creado una arma electromagnética
para inutilizar y destruir los aeroplanos en pleno vuelo. Se realizó una
demostración en el aeródromo de Podosinsky en las proximidades de Moscú
convenciendo favorablemente al comandante Rosenholtz.
El científico J.H.Hamil ofreció el
invento de un científico alemán para que los americanos tuvieran su “rayo de la
muerte”. Al parecer el rayo habría sido probado exitosamente en Baviera sobre
aeroplanos franceses, el científico inglés afirmó que todos estos trabajos se
debían a los importantes estudios desarrollados por Nikola Tesla hacía 30 años,
las pruebas las realizó en los resortes de Colorado y tenían como eje una gran
bobina eléctrica, las pruebas serían recordadas por el uso de la gran bobina y
un poste de 200 metros en cuyo extremo se hallaba una esfera de cobre donde se
generó los potenciales que descargaron su “efecto relámpago”. Los habitantes
del lugar afirmaron que el atronador ruido se pudo oír a más de 20 kilómetros
de distancia y que la tierra parecía cargada de electricidad provocando efectos
muy curiosos en la zona similares a los famosos fuegos de San Elmo. Con
posterioridad el propio Tesla habló en
diferentes medios sobre su invento y sobre los inconvenientes creados en el
Powerhouse de la Colorado Springs Electric Company al reventar arios
generadores cuando realizaba sus pruebas en
corrientes de alta frecuencia y gran alcance .El rayo de Tesla podía ser
una indudable arma de guerra y según sus propias palabras :”capaz de detonar
por medio de corrientes a alta frecuencia objetivos a varias millas de distancia”.
Diferentes declaraciones a diferentes rotativos
realizadas por Tesla hacían presagiar que el “rayo de Tesla” era algo
más que un simple proyecto, entre los años 1931 y 1933 hubo una gran
controversia debido a estas declaraciones ya que según el propio Tesla “hacía
más de 25 años que todo fue creado”, lo
que nos daría una fecha muy cercana a 1908, año de Tunguska. Esta información
está disponible mediante su correspondencia en la Colección de la Biblioteca de
la Universidad de Columbia (EE.UU.).
Las patentes de Tesla las encontramos en el número
685.957 bajo el nombre “Aparato para la utilización de energía radiante”,
concedida en Noviembre de 1901. Robert Johnson publicó parte del trabajo de
Tesla apoyándose en los estudios del año 1900 y como resultado de las
experiencias llevadas a cabo entre los años 1899 y 1900. En 1913 se concede la
patente sobre una turbina ideada por Tesla con número 1.061.206 así como una
“máquina dinamoeléctrica”. La ida de Tesla se encuentra repleta de patentes e
inventos que giran todos en torno a la producción de energía y transmisión de
la misma. Se da la circunstancia de que
el 30 de Junio de 1908, Tesla, acompañado de George Scherff probó un
“extraño artilugio” desde la torre de Wanderclyffe (Long Island) para tratar de
localizar la expedición de Robert Peary en el Polo Norte, apuntando con su
aparato hacia dicha e indeterminada zona, cuenta la ya leyenda que un búho se
cruzó en la trayectoria de la señal emitida por el aparato y quedó
desintegrado… Esa misma mañana Tunguska
se convertía en un infierno y en un enigma insondable con consecuencias
extraordinarias: alteraciones en el campo electromagnético de la tierra ,
tormentas geomagnéticas en la zona afectada, magnetización del suelo, un pulso
electromagnético similar al producido cuando estalla una bomba atómica o
nuclear, auroras boreales de carácter “extraño” , noches brillantes ,
mutaciones genéticas en vegetales y plantas , crecimiento acelerado de la flora
y fauna del lugar, incremento del C-14 y extraña presencia de radiación y
quemaduras en las personas o animales supervivientes y expuestas a la misma.
Otras hipótesis han
sido propuestas, desde rayos extraterrestres atacando a la Tierra, pasando por
accidentes de OVNIS, avalados por los ufólogos, Felix Zigel y Alexei Zolotov.
Debemos, no obstante
tener en cuenta la posibilidad del impacto de un cometa, concretamente, el día
anterior a la explosión hubo una nutrida lluvia meteórica llamada
táuridas, y el cometa 2P/Encke, fuente
de la misma, se encontraba muy cerca de la Tierra. Posiblemente se desprendiera
parte de su material y fuera el desencadenante del “evento”.
No hay nada claro, sean
ustedes los que decidan, desde mi humilde opinión lo que desencadenó todo el
acontecimiento fue una explosión de origen nuclear, natural o no, jamás lo
llegaremos a saber. Sin embargo, lejos de ser un evento puntual en la historia,
ha ocurrido en reiteradas ocasiones durante el último siglo, ¿qué fue lo que
pasó en Bodaybo en 2002? Eso, amigos míos será motivo de otra investigación.
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